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A 48 años del golpe de Estado

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A 48 años del golpe de Estado

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Hace 48 años, el 27 de junio de 1973, el entonces presidente Juan María Bordaberry decretó la disolución del Parlamento, sustentado por las Fuerzas Armadas.

Ya al mediodía de esa jornada la dirección de la CNT tenía la confirmación de que se producía el golpe de Estado. Se alertó entonces de forma inmediata a los sindicatos y por la noche, en la Federación del Vidrio, se reunió la dirección de la central para anunciar públicamente la respuesta al golpe. La medida aprobada años antes y refrendada por varios congresos consistía en convocar a todo el pueblo uruguayo a la huelga general, con ocupación de los lugares de trabajo y de los centros de estudio. 

Durante quince días vivimos una de las más firmes y prolongadas acciones de masas contra una dictadura desarrolladas en el mundo. No fue una simple convocatoria ni una consigna. Fue una resolución ampliamente programada, discutida y consensuada, que contó con el respaldo y compromiso total de la clase trabajadora organizada. Una respuesta inmediata, de una firmeza y adhesión inigualables y un compromiso enorme con la libertad y la democracia.

Cientos de miles de personas arriesgaron sus empleos, su seguridad y hasta sus vidas en reclamo del respeto de las instituciones, el funcionamiento del Parlamento, de los sindicatos y los partidos políticos, de la libertad de prensa y de los derechos humanos.

La madurez del movimiento sindical se puso de manifiesto en toda su dimensión, tanto en la respuesta de masas que significó la huelga general, como en su levantamiento sin fracturas resuelto cuando la medida comenzaba a debilitarse. Esta madurez también se evidenció en los años posteriores, en su lucha constante por unir todas las fuerzas democráticas hasta vencer al régimen. La huelga general fue el fruto de un proceso de evolución, de construcción de un movimiento sindical unido y comprometido con el país, dispuesto a ofrecer todo su sacrificio a favor de la democracia y la libertad.

Recordar esta fecha es darle un lugar en la memoria a una etapa del Uruguay cuando los derechos humanos fueron violados y las instituciones usurpadas. Tiempos en los que el Estado impuso el terror, la persecución ideológica y la represión sobre toda la sociedad. Una etapa que requiere ser recordada para nunca más repetirla.

Tras la secuela de crímenes que incluyeron los vuelos de la muerte y los robos de bebés registrados a lo largo de los once años que insumió el «proceso», sumados a las décadas de impunidad subsiguientes, debemos conmemorar el 27 de junio infame que ha quedado marcado a fuego en nuestra historia y gritar con fuerza ¡nunca más dictadura!

Muy especialmente en estos días, en que los opresores de antaño levantan su voz para justificar crímenes y aberraciones, bajo la mirada cómplice de algunos beneficiarios del régimen, se hace imprescindible que todos los actores comprometidos con la democracia y las instituciones expresen con claridad su rechazo a toda forma de autoritarismo.

Tener presente ese día reafirma principios y valores que hacen a nuestra esencia como clase trabajadora: la defensa irrestricta de la libertad, los derechos humanos y la democracia. 

Y también es parte del contenido de esta recordación enfatizar la trascendencia de la organización, del debate, de la búsqueda de consensos y —por encima de todo— de la construcción de la unidad. Este fue el valor que permitió al movimiento sindical superar la mayor adversidad y constituirse en uno de los pilares fundamentales de la defensa de nuestro pueblo. 

Debemos grabarnos a fuego la terrible experiencia vivida y actuar de manera preventiva frente al ataque que hoy sufren nuestros derechos. Para ello la única opción es resistir con energía los avances reaccionarios, y en particular —en lo inmediato— extremar todos nuestros esfuerzos en la derogación de los 135 artículos de la ley de urgente consideración.