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Sin el BSE «régimen de AFAP habría caído por sí solo»

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Sin el BSE «régimen de AFAP habría caído por sí solo»

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En el aniversario de Caja Bancaria, Julio Pose reivindicó en Radio Camacuá la validez de la Prestación Complementaria Patronal y señaló que las AFAP no cumplieron lo prometido.

El doctor Julio Pose, exrepresentante de los trabajadores activos en la Caja de Jubilaciones y Pensiones Bancarias (CJPB) cuestionó aspectos del diagnóstico de la Comisión de Expertos en Seguridad Social (CESS), así como afirmaciones en materia previsional que consideró erróneas y sin embargo se dan como sentadas. En particular, sus explicaciones sobre la Prestación Complementaria Patronal (PCP), incorporada por ley de 2008 entrada en vigencia en enero de 2009, resultaron concluyentes. 

Presentó esta innovación contenida en la Ley de Reforma de Caja Bancaria como «una  fuente distinta de financiamiento», que erróneamente se ha tratado de presentar como un impuesto. Para colmo se ha sostenido que «las personas lo pagan por sus actividades económicas y termina incidiendo en el costo que tienen las instituciones financieras», expresó.

Para aclarar estas afirmaciones puso un ejemplo: «Se dice que cuando usted va a pagar un seguro de su auto le está pagando un impuesto a la Caja Bancaria, lo cual es absolutamente inexacto. En realidad, la Prestación Complementaria definida en la ley no es un impuesto, y no puede serlo porque los impuestos solo puede recaudarlos el Estado. Y la Caja no es del Estado».

Pose remarcó: «Claramente la PCP es un aporte patronal» destinado a atender la disminución de trabajadores en las empresas financieras. Este aporte permite «recaudar por la forma en que se desarrolla el negocio, que lo hace de repente con menos trabajadores pero con más volumen». Por si esta explicación pudiera resultar por sí sola poco convincente agregó: «Ninguna norma en el país dice que el aporte patronal debe estar solamente vinculado a las remuneraciones de los trabajadores en relación de dependencia. Para dar un solo ejemplo: la Caja Rural integra el BPS y su aportación patronal no va por la vía de la remuneración de los trabajadores, sino que [desde 1986] se calcula por la cantidad de hectáreas de las explotaciones y su índice Coneat».

No terminaron aquí los argumentos de Pose destinados a rebatir afirmaciones poco informadas sobre la PCP, como la de que se aumentó el aporte patronal. «No es así; ya directamente la propia norma legal dice que se rebajaron en un 5, 5% los aportes patronales sobre la nómina que se venían pagando [hasta 2008]. Después la ley tiene previsto en el tiempo una nueva rebaja del 4,5 % del aporte patronal, y además una emisión de bonos por la cual hasta un 4,5 de ese aporte patronal queda en bonos, que van a ser devueltos una vez que el sistema llegue a su maduración. Por lo tanto hay un triple abatimiento [del aporte patronal] asociado a la prestación complementaria. Cuando se cumplan todas las previsiones de la ley, se alcance el nivel de reservas previsto y se apliquen los sucesivos abatimientos, el aporte patronal va a quedar reducido a la mitad de lo que era anteriormente, afirmó el abogado.

Lo que no se quiere tocar

Entrado ya a un análisis del sistema en general, Pose cuestionó los supuestos que se manejan en el diagnóstico de la CESS sobre los aportes patronales y que dan indicios del rumbo proyectado para la futura reforma. «Se dice que partimos de un análisis integral del sistema previsional; sin embargo no es integral porque arranca de una premisa que pareciera que no puede ser cuestionada: que los aportes, lo que ingresa, eso no se puede tocar y, en todo caso si se toca es para rebajarlo». La razón de este límite asumido por la mayoría de la CESS es considerar que «ya son altos los aportes y los impuestos que afectan a la sociedad». A partir de este discurso «solamente se mira un lado de la ecuación», razona el entrevistado. «Y del otro lado lo que hay son una cantidad de problemas de sustentación a subsanar con rebajas de prestaciones y menores beneficios». 

A esa altura de la entrevista salieron a relucir contradicciones en el discurso de quienes basan la reforma en los cambios arriba señalados. «Primero se dice 'Uruguay tiene un situación privilegiada en general en la seguridad social. Privilegiada en el ámbito de Latinoamérica, tanto en nivel de beneficios  como de suficiencia. Es un país que se destaca por su cobertura de alto nivel, etcétera, etcétera'. Inmediatamente a eso se cuestionan todas las normas que lo hicieron posible. Todo tiene costos y lo que hay que evaluar es en qué sociedad queremos vivir, porque los números es posible cerrarlos, pero a costa de arrasar beneficios, con un costo de sangre humana». 

Las AFAP: del sueño a la pesadilla

Otro aspecto que está en el centro de las discusiones es el de las AFAP y sobre estas Pose fue concluyente: «No se puede afirmar alegremente que las AFAP fueron exitosas. No fueron exitosas. Se dice que lo fueron porque lograron administrar los fondos de la gente de manera seria y responsable. Pero ese no era el sentido; la reforma no era para ver si se administraba mejor. Del otro lado está la gente. […] Me acuerdo perfectamente de la primera etapa de promoción de la capitalización individual, [cuando] se hablaba poco menos de que los ahorristas se iban a jubilar con dos sueldos. Nada de eso sucedió: hoy el promedio de las pasividades que pagan las AFAP anda por los 7000 pesos». Estamos hoy bien lejos de los ancianos elegantes que en la propaganda de una AFAP paseaban sonrientes en bicicleta. 

Faltaba todavía poner el dedo sobre un punto débil de las AFAP y del sistema que entrelíneas se proyecta. Según Pose, si se atiende al diagnóstico de la CESS la conclusión que se extrae es que «todos perdieron y tienen problemas para sostenerse». Lo que para él no presenta ninguna duda en cualquier caso es que «las únicas que ganaron fueron las AFAP». Pero si bien estas cobraron sus en muchos casos jugosas comisiones, «de ninguna manera confirmaron las promesas que se hicieron». Ellas, como empresas «hicieron su negocio como estaba previsto». Pero «tenemos que tanto antes como después terminamos con problemas. Incluso, después de que las AFAP recaudaron tenemos el problema de que la única empresa aseguradora dispuesta a pagar la renta vitalicia es el Banco de Seguros del Estado». Este «además tiene un problema de descalce que debe solucionarlo con emisiones de Unidades Previsionales. Y otra vez el Estado tiene que ser el que asuma una diferencia en los costos. Si en el Uruguay no hubiera una empresa aseguradora estatal —cosa que no existe en muchos países del mundo—, el sistema se habría caído por sí solo». Aludió así el entrevistado al hecho de que ninguna empresa privada quiere intervenir en ese mercado por el riesgo que presenta.

 

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