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Solidaridad, mala palabra para el Gobierno

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Solidaridad, mala palabra para el Gobierno

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La Coordinadora Popular y Solidaria está bajo asedio del Mides y este ministerio ha puesto en juego todos sus recursos administrativos y políticos para apartarla de su función.

La entidad que coordina a las ollas populares nació para dar una respuesta al hambre de miles de familias uruguayas y para organizar a las cocinas vecinales nacidas de manera espontánea en diferentes barrios y ciudades. No tiene una sede física; tampoco escritorios, ni secretarios, ni vehículos, ni choferes, porque los recursos son escasos y todo lo que se recibe se destina a mejorar la calidad y cantidad de los platos que se sirven. Sus integrantes, además de atender a sus trabajos particulares, en su tiempo disponible están dedicados a desarrollar la logística que les permita abastecer las cocinas, y a la tarea misma de elaborar y servir almuerzos y meriendas.

Estos datos de identidad tan obvios son absolutamente desconocidos por el Mides. Aparentemente, supone que la coordinadora tiene una infraestructura oficinesca rentada, o quizá una consultora disponible. Por eso le exige realizar un relevamiento de ollas y merenderos tan exhaustivo que llega a determinar hasta el sexo de los niños que reciben sus alimentos.

La falta de exacto cumplimiento a un pedido de informes de este tenor fue tomada como pretexto por el Mides para anunciar que, debido a las «inconsistencias» en los datos aportados por las ollas, ese ministerio pasará a ejecutar un plan en el que la distribución de alimentos para las ollas quede a cargo de Uruguay Adelante en conjunto con el Ejército. Cabe preguntase si la solicitud de un tan detallado informe no fue, al final de cuentas, una estratagema destinada a pretextar la medida autoritaria que comentamos.

Todo indica que la conferencia de prensa convocada por el ministro de Desarrollo Social Martín Lema, con el fin de hacer el anuncio antes referido, tiene como propósito fabricar de la nada a un enemigo para apartar la atención pública de otros temas actuales que están teniendo un costo político elevado para el Gobierno.

Salvo las organizaciones sociales que él fomenta, las otras son molestas para el Gobierno según todas las evidencias. Por ello, la solidaridad que las ollas barriales expresan le despierta desconfianza, la suficiente para nunca haberse interesado a través del Mides en registrar toda la rica información que podrían proporcionar sobre nuestra trama social más carenciada (supuestamente el sujeto de la acción de ese ministerio). Lo que el Mides con todos sus recursos administrativos no ha hecho, se lo pidieron con plazo perentorio a la Coordinadora Solidaria. Esto se llama trabajar a distancia de los pobres y reglamentar la solidaridad. El plan adoptado —con una ONG de tinte empresarial y el Ejército como agentes— es una confirmación de esta forma distante de encarar el trabajo social. A los pobres los mira de lejos el Gobierno, y quienes se solidarizan con ellos no merecen respeto ninguno.

Firme sostenedora de las ollas, AEBU rechaza esta actitud autoritaria y antisocial y convoca a concentrarse el martes 11 de octubre, desde las 18:00 en Plaza Cagancha, para luego dirigirse en manifestación hasta la Torre Ejecutiva.