La Caja Bancaria ha conformado un sistema más beneficioso que el ofrecido por el sistema mixto al reflejar correctamente el nivel salarial de los trabajadores.
Se financia con el aporte patronal y personal sobre nómina, una contribución especial de los jubilados anteriores a 2008 y un 20 % proveniente de la Partida Complementaria Patronal (PCP), vinculada a los negocios de las empresas financieras. Esta partida, integrante del costo de la seguridad social, permite independizar parcialmente los ingresos de la caja de la cantidad de trabajadores aportantes.
Decimos que es un régimen equitativo porque las jubilaciones que paga son directamente proporcionales al aporte realizado por los trabajadores y las empresas durante la vida laboral. En este sentido no existen subsidios encubiertos y aplica su solidaridad interna para favorecer a los trabajadores de menores ingresos con los aportes provenientes de los salarios más altos, dado que en nuestro sistema se sigue aportando por el 100 % del ingreso.
Estos elementos permiten afirmar que la Caja tiene un régimen de capitalización completa, solidario inter e intra generacionalmente.
Según datos del INE, el costo total de la seguridad social del sector financiero está debajo del promedio del resto de los sectores económicos, por lo que su impacto sobre la economía en general y el resto de la población no puede ser catalogado como excesivo.
La CJPB es sostenible. Cuenta con proyecciones de largo plazo de superávit operativo, que le dan estabilidad y posibilidad de capitalización. Afronta en el corto plazo (un máximo de 10 años) un déficit provocado por la pandemia y la no reposición de vacantes definida por el Gobierno. Este déficit debe atenderse con medidas estrictamente financieras, para lo cual la Caja analiza alternativas. Ninguna de las medidas planteadas por la Comisión de Expertos en Seguridad Social (CESS) resuelve esta situación, sino que por el contrario la profundizan y hacen inviable.
