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Chile: Sebastián Piñera y su impunidad

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Chile: Sebastián Piñera y su impunidad

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Kike Ortega, docente de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile, reflexionó sobre la muerte del expresidente Piñera y los crímenes que cometió y quedaron sin respuesta.

La repentina muerte del ex presidente de Chile, Sebastián Piñera, pone sobre la mesa aquel 2019 previo a la pandemia por covid 19, la quita de subsidios que desencadenaron el estallido el abuso de los carabineros, el fallido proceso constituyente para modificar la Constitución de Pinochet y el ascenso al gobierno de la izquierda con Gabriel Boric. 

Kike Ortega describe un “proceso de profundización de la democracia” en el que estuvo embarcado Chile hasta que “el proceso se torció”. En ese año “hubo una gran oportunidad” para que los movimientos “que ya venían trabajando desde la década de 2010, de mucho tiempo, con demandas socioambientales, feminismos, derechos sociales, etc pusieron en jaque al modelo”. 

“Pusieron en jaque a un modelo basado en el abuso neoliberal, que es el modelo que tenemos en Chile, por supuesto, que se exporta a América Latina como si fuera un commodity”, afirma Ortega, que también identifica “atisbos de autogolpe” en el mismo período del estallido, con “la quema del metro”. Un hecho que al momento no tiene un “culpable conocido” pero “todos sabemos que la única fuerza que tiene la posibilidad de infiltrarse en el metro, borrar las cámaras, quemar 34 estaciones al mismo tiempo, eran fuerzas preparadas”, desde del movimiento se entiende que fueron “fuerzas policiales”. Estos hechos empañaron con violencia el estallido, pero “no fue lo hecho por la gente, en Chile no hay un movimiento social que tenga esa capacidad, ni esté tan en ‘ultronia” que pueda llevar adelante tal acción. 

La movilización de los estudiantes secundarios encendió la mecha de un descontento generalizado. Salieron a manifestar en contra del aumento de 30 pesos en el boleto de metro. “Es muy poco, efectivamente, pero involucraba un gasto grande, ni siquiera para ellos mismos sino para sus padres, para las familias trabajadoras, para la clase trabajadora”. Explica Ortega, de esta manera, “los estudiantes son los que pueden dar el paso, la clase política reacciona, propone un pacto constituyente, del cual Boric fue parte como el único parlamentario de izquierda en ese momento, un día 15 de noviembre, como a las 2 de la mañana, salen a decir que tienen la solución a los problemas, a todo lo que ustedes están pidiendo y es una nueva constitución”.

“Y es relato, esa narrativa de proceso constitucional se ganó efectivamente, y triunfó, podríamos decir,  sobre la narrativa de cambios profundos, de manera que todos los movimientos sociales, entraron, entramos, en la retórica del proceso constituyente”, reflexionó Ortega. Se organizaron cabildos, asambleas territoriales. Los primeros seis meses del estallido, cuenta el docente, fueron de “gran protagonismo social”. Los movimientos socioambientales levantando cosas sobre el agua, los feminismos, los migrantes, y eso habilitó durante casi un año una “riqueza muy importante de diálogo social que no había existido antes en el período de democracia, estábamos acostumbrados a que el voto era nuestro ejercicio democrático”.

Este proceso derivo en un texto constitucional propuesto que fue rechazado en la elección por la población, donde el voto fue obligatorio. El nuevo proceso constituyente quedó en “manos de la derecha” y volvió a ser rechazado en las úrnas. “Lamentablemente, en el medio de ese proceso hubo un cambio de presidente”, cuenta Ortega, “salió Piñera, con todo lo que tenía en su mochila de responsabilidad política por todo lo que había pasado, y entra Boric, con una clase política nueva, bastante joven, bastante inexperta, también un poco ingenua, hay que decirlo, que pensaron que los cambios eran más fáciles de conseguir”.

Gabriel Boric se enfrente a la realidad de tener que acompañar este proceso constituyente, casi completo, y “enfrentarse a que en el fondo se rechazan los dos y eso demuestra también que ninguna de las dos narrativas extremas pudieron convencer a la sociedad de un cambio, de decir ‘este es el camino’”.

La campaña del miedo

Kike Ortega no duda en afirmar que el rechazo a la primera redacción de la Asamblea Constituyente estuvo además signada por una fuerte campaña de los medios masivos de comunicación de Chile. 

“Hay que decirlo”, el primer rechazo tuvo “bastante complicidad de los medios de derecha”. Desde que se “iba a quemar el país” a decirle a la gente que le “iban a quitar la casa y se la iban a dar a un mapuche” o que “llegarían más migrantes a ocupar el cupo de educación de tu hijo”. Todo esto “sin asumir que ya vivimos en un país totalmente privatizado, totalmente sin derechos, pero la derecha conoce bien como instalar miedos con te van a quitar tu televisor, tu auto, tu hogar, tu segunda casa va a tener que pagar contribución, todo ese tipo de cosas cuando el pueblo chileno no tiene segunda casa, el pueblo chileno no tiene ni siquiera casa, pero todo eso funcionó muy bien”.

El clima hoy

Rechazados los dos procesos constituyentes, uno por izquierda y otro por neoliberal, el presidente Borich anunció que no vendría una tercera redacción y Chile quedó con la Constitución redactada por el dictador Augusto Pinochet. “Era muy extraño para la gente de los  movimientos sociales tener que defender, imaginate la esquizofrenia social de una población que en 2019 dice que quiere cambios, los construye, los propone, se organiza, con todo el desgaste que eso significa”, no se trata de partidos políticos, sino organizaciones sociales, voluntarios que “viajaban a Santiago, presentaban un texto, viajaban al día siguiente”. El rechazo “fue un golpe muy fuerte, para la izquierda, para los movimientos sociales”. Fue “tan fuerte que nos quedamos sin retórica”, comenta Ortega y agrega que la idea de que hay conversaciones saldadas: “hoy quieres hablar de plurinacionalidad en Chile” y te contestan “no hables más de eso, eso ya se votó en contra”. Lo mismo con “una vida libre de violencia para niñas y mujeres, derechos migrantes, no, eso ya se perdió, y la derecha lo ha hecho muy bien y ha logrado instalar un sentido común conservador”.

“En el medio paso la pandemia, como en todo el mundo, pero la particularidad de estos cuatro años es que el sentido común se corrió, la brújula está corrida y hoy día vemos estas despedidas multitudinarias a Piñera porque se está borrando y se está construyendo una nueva memoria”.

Un loop histórico entreverado y agotador

Ortega afirma que “hay una complicidad muy fuerte de los medios de comunicación y las élites” que encuentra cabida en “un pueblo cada vez más ignorante y también de una izquierda que se queda sin retórica, sin la posibilidad de decir, bueno, hay una derrota pero todavía tenemos banderas, consignas, eso durante un año casi no ocurrió”.

La llegada de Gabriel Boric a la presidencia generó altísimas expectativas, como “el juicio a Piñera, la caida de los violadores de los derechos humanos, los culpables, la policía, los militares, etc” y en cambio, cuenta Ortega, “nos encontramos con que sólo hay impunidad y hay un pacto entre clases políticas nuevas y viejas” que a cuento de “asegurar la gobernanza”, pero “en el fondo, para otras personas, es asegurar la impunidad, asegurar que las denuncias nunca lleguen a ningún punto, montajes policiales contra luchadores sociales, hemos estados llenos de eso”.

En marzo se cumplirán dos años de mandato, “un gobierno que no tiene una retórica clara de transformación”, que “ha llevado adelante la agenda de la derecha” como continuar con “la política de Piñera de militarizar la zona sur de Chile, hay persecución contra líderes mapuches”. Boric no “retiró las querellas contra luchadores sociales que cayeron presos durante el estallido, al contrario, se profundizaron y el Estado ha puesto más abogados para pedir penas más duras para ellos”.

“El sistema de pensiones sigue igual, el sistema de salud sigue privatizado, el sistema educativo está peor que antes, entonces ha sido un loop histórico y político bastante complejo. Ha desgastado a la izquierda, también a la derecha. El pueblo no ha sentido que se ha profundizado la democracia, al contrario, han sido elecciones que la gente ha ido a votar por obligación sin convicción, se alejó más al debate político de la población, nadie quiere hablar de nada. El desgaste es muy fuerte”.

En este contexto, de una agenda marcada por la derecha, de persecución a líderes sociales, se producen grandes incendios forestales, de los peores en la historia del país. “Ya son casi una obligación del verano, lamentablemente”, cuenta Ortega, los incendios “están muy ligados al negocio extractivista forestal que tiene plantado con pino y eucalipto grandes hectáreas en varias regiones de Chile y que una vez al año necesitan hacer correr seguros o responder a negocios inmobiliarios: se queman hectareas que justo iban a ser prontamente un gran proyecto o una gran carretera”.

La imposibilidad de enterrar a Piñera

El 6 de febrero pasado el expresidente chileno Sebastián Piñera Echenique murió al estrellarse el helicóptero en el que viajaba. Pero vayamos por un momento al año 2019 y al estallido social fue interrumpido por la pandemia mundial de covid 19 en marzo de 2020 y que desembocó en un proceso constituyente. 

Gobernaba Sebastián Piñera, que significó el retorno de la derecha al poder desde la caída de Pinochet, y la situación social había llegado a un punto alto de tensión y llegó la pandemia, que rápidamente sacó al estallido de la agenda informativa. 

Si bien Chile fue uno de los primeros países en la región en vacunar a la población, la gestión sanitaria no pudo prácticamente significar un capital a favor del gobierno del momento. Escándalos por corrupción, ocultación de información sobre muertes, anuncios de inversiones inexistentes, como construcción de hospitales que no existen, entre otros.

La agenda noticiosa se centró en nuevos emergentes, e hizo que el accionar del gobierno de Sebastián Piñera y la represión desplegada, pasara a un segundo plano. “La gente se olvidó de que había no sé cuántos chicas y chicos presos, más de 400 mutilados oculares, más de 100 denuncias de violencia sexual contra mujeres y disidencias” por parte de carabineros.

“Es importante recordar que Sebastián Piñera se va del mundo efectivamente sin pagar ninguno de los crímenes ni delitos por los que se le acusa, tanto de lesa humanidad, como de responsabilidad de derechos humanos de un presidente, pero también de un montón de impactos económicos que tal vez algunos ya prescribieron pero que están sobre su carrera”.

Sebastián Piñera llegó a la presidencia en 2010 como un millonario reconocido por revista Forbes, “no era un millonario local”. A lo largo de su vida “armó su fortuna en función de negocios medio corruptos, compra de acciones de forma fraudulenta, compra de empresas a bajo costo” y posterior venta, “toda su carrera es paralela, tanto política como empresarial, van de la mano con estrategias para hacerse cada vez más rico”. Al punto que al término de su mandato su fortuna acumulada es aún mayor.

“Se transforma en un liderazgo de derecha basado en su poder económico, todas las campañas las pagó con plata de su bolsillo”, desde 1993 hasta 2010. “Tener la espalda económica para aguantar esa vida política y seguir siendo cada vez más rico es porque efectivamente algún talento había para hacer negocios, fue dueño de líneas aéreas, de clubes deportivos, de mineras, de bancos… su figura es indiscutible para la derecha chilena”.

El segundo rechazo debilitó al bloque de José Antonio Kast (quien perdió ante Boric las elecciones de 2021) dentro de la derecha, que había depositado en el ala más conservadora la conducción desde las elecciones. Ortega entiende que la muerte de Piñera apoya el movimiento que ya se estaba produciendo, una vuelta a “la derecha más liberal, más dialogante, ya que estos modelos más a ultranza no funcionaron y Piñera por supuesto era una carta, pese a que ya había dicho que no quería volver a ser presidente”. 

Es el sector de Piñera el que queda “muy fortalecido”, porque sus figuras no eran tan conocidas, a la sombra del ex mandatario, “no estaban en la televisión” y están volviendo a estar en agenda. Ortega entiende que “no será la ultraderecha el sector favorecido con este recambio, el piñerismo como corriente política de la centro derecha es la que efectivamente puede volver a posicionarse y tal vez ganar espacio en la agenda política”, en los dos años que le restan a Boric.

“Este escenario de la pérdida de un expresidente, en este caso de Piñera, permite que los liderazgos al interior de la derecha se renueven, que aparezcan nuevas caras, que le hace muy  bien a la derecha, les da un movimiento que el progresismo no ha tenido. El progresismo ha tenido que ir a buscar a la vieja Concertación, los jóvenes han tenido que ir a buscar a los viejos, que eran los que criticaban, y hoy día los principales rostros del gobierno, son rostros que vimos hace diez años con (Michelle) Bachelet, no son la juventud, los dirigentes sociales, no se ven”.

El “legado piñerista”, se “ha hecho una limpieza de imagen muy interesante, para mirarla así con ojo académico, efectivamente, y rápidamente los medios se ponen al servicio de esta limpieza de imagen”. Hay un minuto libre para que todos los ex ministros puedan hablar, para recordar los logros del gobierno de Piñera, recordar el rescate de los mineros atrapados, “todas esas cosas que fueron muy vistosas, que todo el mundo recuerda”.

Las condolencias de diferentes figuras “casi que lo vuelven un estadísta demócrata y esa plataforma es muy buena para la derecha, un líder principal que los deja como estadistas y demócratas a todos los que estaban debajo”. Este escenario es muy beneficioso para la derecha, “la saca un poco de esta escena de Kast, medio neo nazi, medio pinochetista, es una oportunidad muy buena para la derecha”. No así para el progresismo, “que tiene que subyugarse a despedir a Piñera como jefe de Estado, que tiene que rendirle honores”. 

Para Gabriel Boric “es muy paradójico”, que “amenazó a Piñera cuando era candidato, le dijo que sus días estaban contados y que la Justicia iba a ser lo suyo a nivel de derechos humanos”. Ahora “estando arriba, debe sentarse con toda la clase política, no puede mover los brazos como él quería, y ahora encima tiene que enterrarlo y despedirlo como un demócrata”.

Sobre JGM radio

La radio JGM es “un proyecto experimental que en el fondo busca darle un espacio de práctica, de experimentación, pero también nutrir la docencia con el quehacer cotidiano de hacer periodismo”, contó Ortega. El proyecto surgió hace 17 años, “en un contexto también de movilización social, movilizaciones estudiantiles, y siempre ha tenido un perfil un poco más ligado a la comunicación alternativa, comunitaria, integra las redes alternativas de medios como AMARC Chile o la Red de Medios de los Pueblos”, etc. 

Ortega destacó que la posibilidad de trabajar con estudiantes en formación permite “acceder a otras fuentes, dar otras voces, hacer coberturas distintas a las de los medios tradicionales, desarrollar una trayectoria en función de ser una voz que permite nutrir a otras radio comunitarias” y esto permite unir a “la academia, que muchas veces está absorta en su propia entelequia y hacer que la experiencia del paso universitario también para las y los estudiantes sea un poco más interesante, atractiva, escuchar voces de movimientos sociales, conocer otra agenda, no la que está en la televisión, no la que está en los medios oficiales”.

Se puede encontrar a JGM radio en todas las redes sociales, y escuchar en vivo en su sitio web. En marzo volverá con su programación en vivo habitual, la que se destaca el periodístico diario "Vista panorámica".